lunes, 20 de agosto de 2007


...Trancos y Andé...
Andé encontró un nido de serpientes, una de ellas se distinguía por creerse gurú de todas las otras y con su lengua bifida sabía cantar y encantar, sabía morder de forma que sus víctimas no sintieran el pinchazo sino la dulce textura de ese arraigo vespertino que era la lengua recorriendo los tobillos de sus victímas...

La coleccionadora antes de ser mito fue humana, demasiado humana... y Andé fue llamada por esa serpiente que luego se dejaría conocer como antiguo Nahual de pueblos donde el calor hace nudos las gargantas. La serpiente-nahual se hacía llamar "Trancos" y bajo su piel humeda cargaba un hacha regalada por su abuela bruja. Andé le recordó los cuentos que la vieja narraba antes de que se convirtiera en serpiente, Andé parecía tener cabellos de amate y ojos de mapache, era ladrona de cuervos, era niña-chacal, todo eso Trancos lo observó cuando su curiosidad le condujo al nido que se encontraba debajo de un peyote en flor.

Pero Andé sólo sabía que ella deseaba sentir la serpiente enredada en su piel, sabía que algo había en el potente veneno que le haría invencible, moriría para renacer como otro ser disntinto y Trancos habría de ser quien la iniciara en los misterios, para ello tendría que aceptar su nuevo nombre: Siul Andé... la unión de la coleccionadora y Trancos fue realizada bajo el cielo de Orión, con los otros chacales y con las otras serpientes como testigos, entre aullidos y silibantes melodías.
Los cerros sintieron el nacimiento del mito... pues entre las cañadas de la sierra ambos dejaron sus ofrendas a los árboles y cuervos: Trancos dejó su cascabel anunciante de trágicos presagios, dejó también su piel de serpiente para volver a ser indio. Andé encontró su piedra, su asiento mágico y desde ahí ofreció su vida al permitir que dependiera del indio que la sostuvo para no caer al precipicio, esa vida que cayó con el atardecer anunció el despertar de su pasión. Sin embargo, ninguno supo entrever a Zaratustra entre las sombras perladas en el agua de la presa, ninguno supo predecir que su nuevo nombre traería una guerra eterna de fantasmas solitarios.

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